JOSEP TOMÀS I JUAN. Corredor del Netllar Telecóm Alé

Día 35. Un mundo lleno de nostalgia
Te levantas, te pesas, te tomas las pulsaciones en reposo, desayunas, anotas como te sientes, cuánto y cómo has dormido y haces dos horas de rodillo con la compañía esta vez de Carles Chulvi. Se hacen amenas, y tras apretar un poco subiendo el «Alto de las Tres Hermanas» en Zwift, quedamos para vernos otra vez por la tarde.
Al final hoy han sido tres horas de entrenamiento, que como esta cuarentena, se han hecho largas. A pesar de definirme como una persona que encuentra la belleza en los actos que poco a poco te conducen a escribir las delicadas líneas de tu vida, como podréis comprobar por ejemplo, en el hecho de que no me importen los “spoilers” o simplemente en que mi meta para esta temporada no es otra que mejorar los datos de la anterior, no paro de pensar en el primer día que pueda salir a entrenar.
De una u otra manera, cuando uno se sube al rodillo y enciende el zwift, se ve sumergido en un mundo lleno de nostalgia, como si de la mar se tratase para un marinero en tierra firme. Ese lugar donde puedes ver los almendros florecer, el rocío que cubre los campos después de una gélida noche de primavera, y los conejos y las ardillas que como seres inconscientes se aventuran a cruzar la peligrosa carretera; donde puedes maldecir las calles y los semáforos de esos pueblos de montaña en los que apenas vive gente; donde puedes escuchar el ruido mecánico del cambio de la bicicleta, y sentir la sensación de subir, de bajar, de frenar, de frío invernal y de calor infernal y, sobre todo, donde puedes disfrutar de la grata compañía de los amigos de la grupeta que te ayudarán a sobrevivir cuando pasas una de esas pájaras épicas que te dejan sin fuerzas a 50 kilómetros de casa. Pues, amigos míos, todo eso es nuestra mar; una mar que desafortunadamente queda ahogada por el monótono y metálico ruido del rodillo, de ese barco naufragado, sin tesoros, sin aventuras.
De esta manera, sin desesperación pero con el corazón afligido por la nostalgia termino el texto de hoy, que espero que os haya hecho reflexionar sobre la relación de un ciclista con su carretera, como la de un marinero con su mar.