JOSEP TOMÀS I JUAN. Corredor del Netllar Telecóm Alé

Día 14. Con mi amigo Carlos Mira y Luis León y Marc Soler como rivales
Te levantas, te pesas, te tomas las pulsaciones en reposo, desayunas, anotas como te sientes, cuánto y cómo has dormido y te subes al rodillo. Te espera un entrenamiento divertido en el que, después de dos horas de rodar con la compañía de Carlos Mira, empieza una carrera virtual con cima en el Alpe du zwift, y en cuya parrilla de salida hay galgos tan veloces como Luis León, o Marc Soler. Al final, los 43 minutos y 30 segundos en la ascensión no fueron suficientes para ganar la carrera, ni mucho menos para estar al nivel de esos grandes. Pero este hecho no quita que lo haya dado todo, bajando en cuatro minutos mi mejor tiempo, y mejorando un poco como ciclista, acercándome, cada vez más, a esa meta difusa, ese objetivo tan abstracto que perseguimos los amateurs, y que no es otro que el de pasar a profesionales.
Pero para llegar a conseguirlo aún falta mucho camino. Y primero de todo tendrá que pasar esta cuarentena, que nos tiene a todos confinados en casa y que no nos deja salir a entrenar, ni mucho menos a competir. Hoy domingo se cumplen las dos semanas de confinamiento; pero también es normalmente cuando Pedro, mi preparador, me pone los entrenamientos para la semana que viene. Al principio se me hacía raro ver dos entrenamientos cada día. Quién hubiese imaginado que pocos de ellos pasarían de una hora. Lo que antes me hubiese parecido una locura, se está convirtiendo en algo normal.
Porque al final siempre pasa lo inevitable, lo que dijo Julio Cortázar en “La autopista del Sur”. Y cito textualmente: “Al principio la muchacha del Dauphiné había insistido en levar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa».