JOSEP TOMÀS I JUAN. Corredor del Netllar Telecóm Alé

Día 41. Como el elefante atado a un clavo
Te levantas, te pesas, te tomas las pulsaciones en reposo, desayunas, anotas como te sientes, cuánto y cómo has dormido y haces media hora de core y 30 minutos de rodillo suave.
Hoy es uno de los muchos días que me alegro de ser ciclista, pues aunque no lo parezca el hecho de tener que descansar haciendo ejercicio a una intensidad suave, sin tener que preocuparte de las series ni del sufrimiento, produce una increíble satisfacción. Mientras te ejercitas también te relajas, pues sabes que hoy no es día de sufrir, y permitiendo así gobernar a las sensaciones sobre el potenciómetro.
Poco a poco los días pasan, habiendo superado hoy la barrera de los cuarenta días y agradece uno más estos descansos, pues cada vez se hacen más y más cuesta arriba los días de rodillo. Y si al principio había aún alguna iniciativa para buscar romper con la monotonía, ahora como el elefante atado a un clavo en el suelo, que después de estirar y estirar y no poder con él de pequeño, dejó de luchar al hacerse mayor, nos vamos resignando poco a poco al clavo del aburrimiento, muchas veces olvidando que tal vez seamos ya lo suficiente mayores como para partirlo de un fuerte estirón, como podría hacer el elefante.
Así van pasando los días y con ellos los entrenamientos; al fin y al cabo pasar la cuarentena sumergido en la monotonía es una buena manera de hacer correr el tiempo, ¿no es así?