OPINIÓN. Kike Gutiérrez. Seleccionador de la Comunitat Valenciana y técnico de la FCCV

Reflexiones sobre conceptos que deberíamos tener muy claros cuando hablamos de formación en NIÑOS:
Se sostiene que la actividad recreativa está muy bien, pero que entrenar para la competición es otra cosa bien distinta que exige maniobrar a destajo desde pequeñitos. Y con tal despropósito se lleva a cabo un experimento con menores, de resultado, como poco, incierto: establecer a estas edades una supuesta incompatibilidad en el deporte entre actividad recreativa y competitiva, es una alternativa muy poco razonable.
Los ritmos de crecimiento ni son regulares, ni se dan en todos por igual. Quienes primero destacan no suelen evolucionar del modo que se espera de ellos. Las vueltas que da todo proceso de maduración, el exceso de atención que se dedica a los más adelantados, las responsabilidades que se echan sobre sus espaldas y la aceleración de su crecimiento les lleva a quemar de manera vertiginosa etapas decisivas de su vida. Tanto trajín es mucho más de lo que la mayoría puede soportar, de manera que son muchos los que cuelgan la bicicleta al poco de empezar.
A estas edades, aumentar la intensidad de los entrenamientos y precipitarse con exigencias de resultados, no garantiza mejoras significativas en el rendimiento futuro. Por el contrario, cada vez son más las evidencias de que el sobreentrenamiento, y los excesos de solicitación en el niño producen un efecto bumerán: la pérdida de interés y el abandono. La naturaleza ha sido tan sabia que ha hecho al niño, niño antes que hombre; pretender apurar su formación implica sacar frutos secos, sin jugo ni sabor ¿Pero saben esto todos quienes manejan niños? No, en muchos de los casos, categóricamente, no.
Conclusión: Dejemos a los niños ser niños.